Los Idus de marzo
Cuídate de los Idus de ellos.
En la víspera del 15 de marzo del año 44 a. C., Calpurnia, la esposa de Julio César, despierta en plena noche, sobresaltada.
—Julio, he tenido una terrible pesadilla, te he visto en mi sueño, moribundo, malherido. ¡Por lo que más quieras, te lo ruego! No vayas al Senado.
Unas palabras como estas (o similares) pronunció Calpurnia a su marido aquella noche según la obra Julio César de William Shakespeare (acto II, escena II) y en ella se inspira el artista para crear esta obra que se remonta a la Antigüedad Clásica, como tanto gustaba en el siglo XIX.
El tema de los Idus de marzo ya se había realizado en diversas pinturas, pero con un tratamiento similar, incluso monótono, mostrando siempre el momento en el cual se produce el terrible asesinato de César, en el interior del Senado (pese a que el acontecimiento real sucedió en el exterior), y el instante justo en que Bruto, Casio y el resto de conspiradores sacan sus puñales y atentan contra la vida de César.
Pero Poynter decide ser novedoso e original, y trata la misma temática en otro lugar diferente y antes del señalado y fatídico desenlace.
La pintura transcurre en plena noche, en un espacio más íntimo y privado, en el interior de la residencia de César. Fijaos en lo elaborados que están los detalles: el suelo brilla, generando un efecto de pulido; las imponentes columnas, con un trofeo de armas entre ellas, símbolo de las victorias obtenidas por César; la policromía del mármol…todo está perfectamente cuidado.
Las dos figuras protagonistas se encuentran de espaldas al espectador. A Julio César prácticamente no le vemos el rostro, está en la sombra, y mira a su mujer. Calpurnia le devuelve la mirada, su rostro de perfil denota preocupación, incluso súplica. El suyo se aprecia con más claridad gracias al reflejo de la luz del cometa que surca el cielo y que ella misma señala con la mano derecha.
El ambiente nocturno e iluminado por las velas genera sombras espeluznantes en la estancia, que sirven también como premonición de lo que ocurrirá la mañana siguiente. A la izquierda, un busto de César queda iluminado por una lámpara desde abajo, y su luz proyecta una sombra, representando la punta de una daga.
César accedió a no presentarse en el Senado, todo por tranquilizar a Calpurnia, a la que aseguró encarecidamente que no le pasaría nada, no debía preocuparse por él. Por supuesto, todo se torció cuando Marco Junio Bruto, uno de los traidores, insistió en que requerían de su presencia. Y ese fue el fin del célebre Julio César. Poynter, digno pintor académico, es más elegante y sutil con sus Idus de marzo: no hay sangre, violencia ni gran dinamismo, sólo pequeñas pistas del dramático suceso que acontecerá al día siguiente.