Visitantes de ultramar
Los pueblos antiguos llegan por mar.
En la primera etapa de este genial artista ruso, todavía no se llegaría a la religión de después, ni mucho menos al misticismo teosófico de sus últimos años, pero siempre gravitó en la esfera del simbolismo.
Aquí pinta un cuadro de género histórico, ambientado en su Rusia natal, en el que ya se ven sus gustos hacia el art nouveau, con esa fusión perfecta de pintura de caballete y arte aplicado, y sobre todo su amor por el paisaje.
Explorador y arqueólogo como era, Roerich capturó con sus colores vibrantes la atmósfera de cada lugar que visitó, de Nuevo Mexico al Himalaya, y por supuesto toda Rusia, de la que fue quizás su mayor embajador cultural.
De hecho Roerich fue un artista tan importante que hasta se le puso su nombre a una montaña e incluso a un nuevo planeta (!).
Suyas son estas palabras:
El arte unirá a la Humanidad. Cada uno percibe la verdad de la belleza. La luz del arte iluminará los innumerables corazones con un amor nuevo. En un principio, este sentido pasará desapercibido, pero más tarde limpiará toda la conciencia humana. Cuántos corazones jóvenes están buscando algo bello y auténtico. Dénselo, pues. Denle el arte al pueblo, que el arte le pertenece.