Gladiadores y león
Fascismo metafísico.
Entre 1927 y 1929 Giorgio de Chirico se instaló en París con la flor y nata del arte internacional, y en esa época empezó a representar en sus pinturas la lucha de gladiadores ¿Por qué? Quizás echaba de menos su tierra italiana tan cargada de historia, quizás porque sentía nostalgia de un pasado que nunca vivió… y lo cierto es que en esa época empezaba a haber nostálgicos del pasado italiano, quizás un poco exaltados. Nos referimos, claro, a los fascistas, que nacieron hace 100 años y aún siguen entre nosotros, siempre apropiándose paradójicamente de la palabra libertad.
De Chirico no era ni fascista ni siquiera simpatizante. Hay quien lo cree por sus pinturas que glorifican pasados casi mitológicos, donde reina el orden y el silencio, pero no es justo acusarlo de exaltación del fascismo por tener estilo propio y recrearse en la romanidad. Más bien este tipo de pinturas parecen una interpretación particular de la violencia, siempre tan presente: en el Imperio Romano, en 1929 y en 2024. La violencia, algo tan serio, a veces roza el ridículo en un circo soleado. De Chirico lo lleva al límite en esta lucha de opuestos con león incluido, algo que puede recordar a obras sobre la tauromaquia de Picasso. Tíos sin rostro que se quieren matar — eso sí— a pleno sol, como es típico en de Chirico.