La canción de amor
10 años antes del surrealismo, el italiano ya nos muestra un paisaje propio de un sueño.
10 años antes de la creación del surrealismo (fecha oficial:1924), Giorgio de Chirico ya da aquí un ejemplo claro de lo que es una pintura onírica, con esos improbables encuentros entre objetos disímiles, modernos y antiguos.
La obra muestra el típico paisaje de exterior arquitectónico mediterráneo del autor, pero en este caso el pintor se centra en un muro donde está colocada la cabeza del Apolo de Belvedere junto a un guante rojo de un cirujano y una bola verde. Al fondo se puede apreciar el perfil de una locomotora (el padre del artista era ferroviario y de Chirico utiliza el tren como elemento nostálgico).
¿Qué quiere el metafísico italiano con esta enigmática representación? Pues quizás nada en concreto y probablemente todo a la vez. Quiere subvertir la presencia lógica de los objetos, ir “más allá del mundo físico”. Con sus atmósferas de melancolía, sus arquitecturas vacías en pasajes sombríos, su silencio de ensueño, su soledad con vestigios de la presencia humana evoca el absurdo profundo de un universo que acabaría desgarrado por la Primera Guerra Mundial.
No es un secreto que Giorgio de Chirico fue una figura fundamental para el movimiento surrealista. Muchos autores de esta corriente se metieron ahí por el italiano. De hecho, según cuentan, René Magritte se volvió surrealista tras ver este cuadro.