Leda y el cisne newtoniana
Helmut hibrida lo vulgar con el mito.
La mitología griega como base cultural de Occidente ha sido abordada recurrentemente por el arte, aunque sus contextos han ido evolucionando atravesando los siglos. Échale un vistazo a esta fábula rubenesca para conocer un mito que a estas alturas de tu vida de diletante ya deberías saber citar.
Es escaso el carácter mitológico en su obra, pero suponemos que el encuentro del ave con la mujer debió resultarle una fantasía exquisita para fotografiar; bien sabemos que el Olimpo es un lugar de comportamientos tan bizarros como el propio universo de Newton.
Ligando magistralmente alta y baja cultura —como Umberto Eco supo combinar euridición filosófica y entretenimiento de masas en su primera novela El nombre de la rosa— Helmut hibrida lo vulgar con el mito. Durante un tiempo le dio por fotografiar sus filias sexuales en habitaciones de hoteles baratos, con esa fácil connotación de sexo furtivo y urgente. Este es el lugar cutre donde una platinísima Nadja Auermann muy abierta de piernas y con tacones (faltaría más) en su rol de Leda se entrega al pajarraco casi con los ojos en blanco.
Cientos de cartas llegaron a la redacción de Vogue gritando una doble indignación: maltrato animal y apología a la zoofilia. Vayamos por partes: ¿cómo sostener un cisne sin que te arranque los ojos de un par de picotazos?, la crueldad en todo caso sería con la modelo… Hoy —al igual que treinta años atrás— seguimos queriendo otorgar veracidad a imágenes que se nos presentan como verídicas en este nuestro mundo de incertezas mediáticas y como muestra, el cisne disecado. ¿Y quién no ha mutado en alguna ocasión en potra, zorra, cerda, leona o perra en la cama?