La bella Rafaela
La amante de Tamara de Lempicka, la bellísima Rafaela, se reclina en este famoso cuadro.
Una modelo conocida sólo como Rafaela sirvió de inspiración para las pinturas de Tamara de Lempicka durante al menos un año.
En esa época, la artista estaba en París, y caminando un día por una de sus calles vio que todo el mundo se detenía a ver a una mujer que iba delante suya.
La Lempicka la adelantó y se giró para volver. “Era la mujer más hermosa que había visto jamás… unos enormes ojos negros, una boca sensual, un hermoso cuerpo. Me paré y le dije: ‘Madmoiselle, soy pintora y me gustaría que viniese a posar para mí. ¿Quiere usted hacerlo?’ Ella sólo dijo: ‘Sí, ¿por qué no?’”.
Al día siguiente Rafaela se presentó en el estudio de de Lempicka y así nació este fantástico cuadro Art- Decó, y otras seis obras realizadas en esta alocada década de jazz, champán y sexo desbocado.
Era el París de los años 20, en el que debido a la guerra la gente sentía que todas las reglas seguidas habían sido en vano, y de pronto se sentían con licencia para hacer cosas que antes tenían que ocultar.
La relación entre la artista y la modelo fue una de ellas.
Rafaela está reclinada, quizás descansando después de una noche de amor. La iluminación incide sobre la modelo amplificando sus volúmenes. El fondo es oscuro, como uno de los cuadros barrocos que Lempicka admiraba.
Las únicas notas de color las dan los labios rojos, y esa tela que no cubre demasiado el desnudo de la bella Rafaela, además de la firma de la artista en la esquina superior izquierda.