Mariscos
Mariscada decó.
De vez en cuando a la Lempicka le daba por hacer alguna naturaleza muerta, que recordemos que es el género perfecto para que un artista no se oxide. No cuesta nada poner unas manzanas — o mejor aún unos jarrones, que no cambian ni se mueven del sitio— y así poder practicar y crear algo bello de algo en principio banal.
Tamara de Lempicka se dedicó a este género sobre todo en las últimas etapas de su carrera. En esta obra en concreto, vemos representado, no solo el estilo de la artista, sino que casi se puede apreciar su filosofía de vida: lujo y sensualidad. Opulencia.
Este conjunto de moluscos, perlas y corales rozan el erotismo (se huele la fertilidad en el ambiente) y además es perfecto para la estética y la ética glamourosa de Lempicka.
Por lo demás, vemos que aún en sus últimos años de carrera la artista no cambia demasiado su técnica: líneas limpias y definidas, una cierta calidad metálica que es como si alejara la obra, y mucha mucha opulencia… El summum del art-decó, movimiento que la artista abanderó y que triunfó —como es lógico— en los glamourosos y hedonistas años 20, aunque fue rechazado por la vanguardia como el epítome del comercialismo artístico y ejemplo del gusto burgués.