Llegada del tren de Normandía
Momento único.
La modernidad llega a París en los años 70 y los más modernos de los modernos, los impresionistas, intentaron captarla en pintura, ya que nunca (o casi nunca) se había trasladado a lienzo la esencia de la vida moderna.
La llegada del tren a la estación de Saint-Lazare era un tema perfecto para esto. Este tren en concreto unía París y Normandía (donde Monet se había hartado de pintar paisajes au plein air en los 60), pero el artista pintaría al menos doce obras de esta mítica estación en distintos momentos del día o con distintas situaciones climatológicas o ambientales.
La modernidad se ve sobre todo en la arquitectura de hierro y vidrio y hierro, y también en las farolas (ahora un imprescindible mobiliario urbano) y el gentío que va a coger el tren. Al mismo tiempo destacan dos cosas clave para el Impresionismo: la inmediatez, con el vapor de las locomotoras llenando los espacios y las formas fantasmagóricas a medio configurar, y la luz, que también penetra de manera distinta en cada hueco, ya sea entre el humo del ferrocarril o a través de los cristales del techo.
Una atmósfera única, efímera e irrepetible que Monet consigue capturar en el lienzo con éxito.