Los desposorios de la Virgen
¡La virgen...! ¡Qué cuadro!
Rafael Sanzio es uno de esos discípulos que, en un esfuerzo por imitar la pintura de su maestro, supera todas las expectativas puestas en él. Son las obras de Pietro Perugino sobre Los desposorios de la Virgen y Cristo entregando a San Pedro las llaves las elegidas a imitar para sus desposorios.
La obra de Rafael, aunque siga esquemas muy parecidos a los de su maestro, contiene claros detalles de evolución técnica que lo llevan más allá de los cánones del Quattrocento. En esta tabla las figuras se encuadran con mayor naturalidad, desarrollando así una composición centralizada donde el espacio se encuentra perfectamente delimitado. Si atendemos a la forma del templo, sus escaleras y el pavimento, se percibe la soltura a la hora de tratar la perspectiva, el punto de fuga y la profundidad. Hay que tener en cuenta la disposición de las líneas que dividen el cuadro: el eje vertical que se encuentra simétricamente dispuesto en la puerta del templo y en la escena del anillo (separando a ambos sexos), y el eje horizontal sobre las cabezas de los personajes (que separa lo que simbólicamente se ha entendido como la esfera divina y la terrenal).
Uno de los aspectos más importantes, que se constituye además como una declaración de intenciones, fue la firma y datación que el propio autor imprimió en la tabla. Lo que pretendía con esto Rafael era dejar claro que había entendido perfectamente de qué iba a tratar el Renacimiento desde ese momento.