El consejo de los dioses
Estos son los dioses olímpicos.
Si miramos al techo de una de las galerías de la Villa Farmesina de Roma podemos ver este fresco del divino Rafael, que pintó varias escenas mitológicas como si fueran un tapiz ilusionista que parece estar colgado entre las guirnaldas.
En él podemos ver a los Dioses Olímpicos agrupados y es una buena ocasión para recordarlos.
Esta gente era de lo más interesante, pues sus comportamientos eran más humanos que los propios humanos: celos, iras, amoríos, cuernos, traiciones, transformaciones y demás historias que conforman el mayor culebrón jamás creado.
Vamos a presentaros a estos dioses uno por uno, de izquierda a derecha:
Psique, la protagonista de la galería, recibe de Mercurio la copa de la inmortalidad. Mercurio, hijo de Júpiter, era el mensajero de los dioses, además del dios de los viajes, el comercio, de los ladrones y alguna cosa más. Se le conoce por su casco y su caduceo, y por unas sandalias aladas que le permitían volar. Aquí Rafael decidió no pintárselas.
El personaje de dos caras es Jano, el dios de los cambios, y las transformaciones, por eso a él se consagran las puertas. No tiene equivalente en la mitología griega. Es estrictamente romano y fue muy importante para ellos. De hecho el nombre del primer mes, enero, viene de este dios. Gracias a sus dos rostros, conoce todo lo que ha de venir y todo lo que ha pasado.
Vulcano, casado con Venus, era el dios más feo del Olimpo. Divinidad del fuego, sabía trabajar el metal (de ahí que lleve unas tenazas al hombro) e inventaba todo tipo de artilugios. Por supuesto, su esposa le ponía los cuernos continuamente. Es lo que tiene estar casado con la diosa del amor.
A su lado está Hercules, semidiós hijo de Júpiter y una mortal. Su super-poder es que tenía una fuerza hercúlea. Se convirtió en dios al llevar a cabo los famosos doce trabajos. Ahí lo vemos, coronado de roble y apoyado sobre su maza. Debajo de él se encuentran dos ríos, el Tigris y el Nilo, apoyado sobre una esfinge.
Baco, coronado con hojas de vid, siempre está contento. Es el dios del vino, los excesos y la fertilidad, y siempre está dispuesto a una buena bacanal. A su lado tenemos a Apolo, hijo de Júpiter y gemelo de Diana. Es uno de los pesos pesados del Olimpo y entre otras cosas es el dios de las artes. Por eso aparece con la lira.
Marte es el dios de la guerra, siempre con armadura y casco, y amante de Venus, por supuesto a espaldas de Vulcano. El hecho de que fueran medio hermanos no parecía importarles demasiado.
Venus, representada millones de veces en la historia del arte, siempre va desnuda. La diosa del amor (que curiosamente siempre era virgen por mucho que practicara sexo) era de lejos la diosa más guapa del Olimpo, provocando bastantes envidias.
Plutón es el dios del inframundo, que cuidaba de los muertos. De todos los dioses, era el más despiadado y temido por los hombres. A menudo se le representa con un casco de piel de perro regalado por los Cíclopes que le hace invisible. O como aquí, con un bidente.
A su lado está Neptuno, hermano de Júpiter y Plutón. Como dios del mar gobierna todas las aguas y surfea las olas sobre caballos blancos, por lo que también es dios de estos animales. Con su poderoso tridente agita las olas, hace brotar fuentes y provoca terremotos cuando alguien le toca los cojones.
Cupido aparece de espaldas, alado y desnudo. Como hijo de Venus y Marte, es el dios del deseo amoroso y anda siempre con un arco y unas flechas. Si te dispara una de ella, date por perdido.
Júpiter, el jefe del Olimpo, apoya su pie sobre el globo terráqueo. Parece que Rafael no era terraplanista. Bajo él está un águila. Si algo tenía este dios es un deseo que no le dejaba vivir, y si se encaprichaba con alguien (dios, mortal, ninfa, hombre, mujer o lo que fuera) lo tomaba sin miramientos. A veces se disfrazaba de las más variadas formas, como lluvia dorada, nube, águila, cisne o cualquier cosa que se os pase por la cabeza.
Diana es la diosa de la caza, protectora de la naturaleza y la Luna. Hija de Júpiter y hermana melliza de Apolo, la diosa era tan lista que nació primero y ayudó a dar a luz a su hermano. Al ver tanto dolor en el parto le pidió a su padre que le concediera ser eternamente virgen. Por ello si alguien se intentaba propasar con ella o con cualquiera de su séquito de ninfas, o incluso si alguien la veía desnuda, Diana era la más cruel y vengativa. Por ejemplo convirtió en ciervo a Acteón (y fue devorado por sus propios perros), transformó en mujer al machote Sipretes para que fuera consciente de lo que es ser mujer, se cargó a Adonis con un jabalí por decir que era mejor cazador que ella, mandó a Orión al cielo por intentar violarla o convirtió en osa a Calisto.
Minerva era la más lista del Olimpo. Diosa de la sabiduría, nació de la mismísima cabeza de Júpiter tras un hachazo de Vulcano. La diosa salió armada hasta los dientes, como veis en la imagen. Valiente e inteligente, era a quien acudía todo en cuestiones de guerra e intelecto.
Finalemente tenemos a Juno, la esposa (y hermana) de Júpiter, que era terriblemente celosa, y con razón. Es por ello que su marido decidió tomar precauciones y empezó a disfrazarse para sus continuos adulterios. Diosa del matrimonio y la maternidad, castigó a diestro y siniestro a las amantes de su media naranja. Ahí la vemos sentada junto al jefe y un pavo real a su lado despliega sus plumas.