Madonna Sixtina
Al ver esto Coreggio exclamó: «Anch'io sono pittore!»(¡Yo también soy pintor!).
Rafael, el niño prodigio del renacimiento (y con tortuga ninja propia), plasma a su amante “la Fornarina” como la Virgen María en este espectacular cuadro en el que ya podemos olernos el barroco (esos cortinajes, la máquina de humo y sobre todo los dos ángeles reposando en la parte inferior…).
Junto a la Madonna podemos ver a San Sixto y Santa Cecilia, y en el centro a la madre presentándonos al niño, ambos mirando directamente al espectador ante un fondo nebuloso lleno de caras.
Pero lo realmente conocido del cuadro es su parte inferior:
Estos dos querubines que casi quieren salirse del cuadro son ya más famosos que la propia obra e incluso que su autor. Típicos de postales navideñas o cuadros de dormitorio, son quizás la creación (o fragmento de creación) más conocida de Rafael.
Este cuadro supuso una enorme influencia y despertó la admiración, no sólo de artistas plásticos (excepto de Miguel Angel, que odiaba a ese niñato pintorzuelo), sino también de escritores como Tolstoi, Dostoievski o Goethe, que dijo: “Rafael creaba siempre lo que otros soñaban crear”.
Además se le atribuye a Correggio la famosa exclamación “Anch’io sono pittore!” (¡Yo también soy pintor!) cuando vio la pintura.
Una de las obras más conocidas y a la vez desconocidas de uno de los pintores más conocidos y a la vez más desconocidos de la historia del arte.