Rafael Sanzio
Italia, 1483–1520
Raffaello Sanzio fue uno de los más talentosos (sino el que más) de los artistas del alto renacimiento italiano.
Considerado uno de los pilares del Cinquecento, es también uno de los genios indiscutibles de la pintura de todos los tiempos por la perfección y gracia de sus trabajos.
Desde temprana edad fue un niño prodigio. Muy pronto superó a todos sus maestros y a los 25 años ya estaba pintando en primera división: las Estancias Vaticanas (donde pintó frescos como La escuela de Atenas).
En la época, ser pintor no era especialmente prestigioso (los artistas eran simples artesanos), pero gracias a las buenas maneras de Rafael, los pintores empezaron a verse como gentes más elevadas. De hecho, fue de los primeros artistas en firmar sus obras, orgullosos de su oficio y quizás pensando en la posteridad.
Socialmente era también muy querido. Regalaba a menudo sus dibujos para ayudar a pintores en apuros económicos y contrataba a cientos de ellos para su taller, dándoles él mismo clases de pintura. Pero seguramente lo que más hacía era ir de juerga con ellos.
Además de la pintura, Rafael tenía otra pasión: el sexo. Soltero empedernido (rechaza las más cómodas propuestas de matrimonio), el artista gozó a tope de la libertad. Se cuenta que las mujeres de la época lo tenían como un semi-dios, todo un atleta sexual.
Una noche fue a celebrar y «se desordenó más que de costumbre», volviendo a su casa con una fiebre intensa. Los médicos, como era costumbre en la época, lo sangraron, lo cual lo disminuyó más.
Murió con 37 años el mismo día que nació, un Viernes Santo.