El triunfo de Galatea
Galatea intenta escapar como puede de las flechas del amor carnal. Lo suyo es el rollo platónico.
La nereida Galatea tenía un admirador: El cíclope Polifemo.
Pero ella prefería a Ascis, un simple pastor y rechazó al cíclope. El celoso y apasionado Polifemo, muy enfadado, levantó una gigantesca piedra y aplastó al pastor como una hormiga.
Lo que Rafael interpreta es que Galatea era más del amor puro y no de pasión sexual. Esta nereida no sucumbe a una tentación, como haríamos cualquiera de nosotros. Y para Rafael (el primero en sucumbir) eso era digno de ser pintado.
Las nereidas eran criaturas marinas, y Rafael Sanzio nos presenta a Galatea en el mar, rodeada de tritones, nereidas, centauros y demás criaturas marinas que son víctimas de las flechas de Cupidos celestes. Todo el mundo se vuelve loco de amor (carnal), entregados al goce sensual que se reflejan en dinámicos movimientos y contrappostos.
Galatea en cambio es la única que conserva el amor puro (platónico) y esto se traduce una pose serena y una mirada hacia la parte superior izquierda, donde está el único cupido que no anda malgastando flechas a diestro y siniestro.
Y ese es el triunfo de Galatea: no sucumbir a las bajas pasiones pese a ser minoría. Subida en una concha-carro conducida por dos delfines no forma parte de la sensualidad de la composición. Es el centro de la misma.