Los sirvientes del pintor
La servidumbre.
Hogarth hace seis estudios de cabezas con seis de los trabajadores de su casa. Hay quien dice que las caras representadas eran las de su cochero, un valet, un paje, un ama de llaves y dos empleadas domésticas. Tres hombres y tres mujeres, de diferentes edades, tonos de piel, direcciones de mirada y características físicas y psicológicas. Todos con su con su propia individualidad, pero todos retratados con un cariño palpable.
Y eso que William Hogarth era famoso sobre todo por su trabajo como caricaturista y humorista gráfico. Su especialidad era la sátira y muchas veces en sus dibujos y grabados la gente no era tratada del todo bien (sobre todo algún que otro político y banquero). No es el caso: aquí vemos a unos empleados retratados desde una evidente simpatía. Y al parecer el sentimiento era mutuo… los trabajadores sentían devoción por su jefe.
Hogarth demuestra con esta maravilla que era un retratista como la copa de un pino, y al mismo tiempo también sorprendió con un tema —y sobre todo una composición y un encuadre— realmente inusuales para la época. ¡Casi parece la portada de un disco!.
1755 (además de ser el año del terrorífico terremoto de Lisboa) fue uno de los años de mayor apogeo del estilo Rococó y Hogarth se erigió como uno de los grandes de este movimiento en tierras británicas.