Rococó
1720–1780
En torno al 1797, Pierre-Maurice Quays bromeó sobre el nuevo arte uniendo las palabras «rocaille» y «baroque». La primera designa la ornamentación que imita piedras naturales y moluscos, la segunda, al barroco…
Una vez más, un término peyorativo fue aceptado como el más eficaz por la historia del arte.
Por supuesto, esta corriente existía desde antes de Quays, desarrollandose a lo largo del siglo XVIII por toda Europa, pero partió de Francia, cuna de este estilo.
La aristocracia francesa se aburría. Y decidieron darle una vuelta de tuerca al barroco, haciéndolo más juguetón y frívolo, menos solemne que el de la época de Luis XIV.
Esta corriente claramente hedonista buscaba la delicadeza, elegancia, sensualidad y gracia. Todo era menos serio y más sentimental. Todo mucho más lúdico, acorde con una (alta) sociedad en busca de la felicidad.
Es por eso que abunda el erotismo.
Mi ocupación principal fue siempre cultivar el goce de mis sentidos; nunca tuve otra más importante.
Giacomo Casanova