Marcus Leatherdale
Bodegón flamenco con liebre incluida.
Fue en San Francisco donde Roberto y Marcos se gustaron, tanto que el primero le propuso al segundo mudarse a la costa este, y este aceptó. En su nueva vida en Manhattan el californiano se convirtió en modelo, oficinista y sobre todo en amante del fotógrafo (lo que no significó una relación monógama —nada más imposible—, aunque Marcus confiesa que sabía darle a Robert lo que en ocasiones necesitaba: una relación sexual libre de BDSM muy emocional y protectora de cucharita pringosa en la cama).
Solían retratarse mutuamente. Una tarde Marcus propuso a Robert una sesión con estética de bodegón flamenco con liebre incluida. Dicho y hecho; Mappletorphe salió y regresó a casa con un gran ejemplar que colocó en el hombro de su chico a modo de pieza de caza, fusionando al modo caravaggesco naturaleza muerta con retrato. Emerge así una suerte iconográfica de Buen Pastor conejero que juega al contraste, el pelaje esponjoso del animal inerte se enfrenta a la magra desnudez casi pétrea del veinteañero. Probablemente se homenajea al conceptual Joseph Beuys en su performance Como explicar los cuadros a una liebre muerta (1965).
A pesar de las sinergias artísticas algo no marchaba bien en la pareja: tengo a un chico muy guapo de San Francisco. Es dulce, inteligente y tiene una gran polla. Pero esto no es suficiente. Me gustaría que encontrara un apartamento porque me está robando mi estilo.
[1], escribió Mappletorphe en una carta. El aludido desconocía el documento, hasta que durante la filmación del documental Look at the pictures se lo leyeron en los morros. Sorpresas incómodas al margen, lo cierto es que los retratos «documentales» de Leatherdale comenzaron a ser relevantes entre artistas y celebridades del Nueva York de comienzos de los ochenta. Aquí acabó todo. No obstante Marcos siempre recordaría a Roberto como un chico amable, caballeroso y generoso, aunque muy inseguro
[2].