Patti Smith
Retratada por su entonces novio.
En sus primeros y famélicos años en Nueva York, Patti Smith tuvo un novio: el fotógrafo Robert Mapplethorpe, autor de esta imagen.
Aunque muy pronto la poeta se daría cuenta de que a Mapplethorpe no le iban las mujeres. Todavía mejor… ahora tendrían una amistad eterna. Y así fue, hasta su muerte en 1989 por culpa del SIDA. Nunca dejaron de quererse, de admirarse y de influenciarse mutuamente. Después de todo tenía exactamente la misma pasión, la misma obsesión: el arte.
Se podría decir que la pareja tuvo una evolución paralela. Patti pasó de querer ser Rimbaud a querer ser Keith Richards. Empezó a musicar sus poemas y se dio cuenta de que eran perfectos para ese proto-punk que se estaba cociendo en el Nueva York de mediados de los 70, un lugar tan lleno de sordidez como de creatividad.
Mapplethorpe era un artista plástico y dibujante, pero un día una cámara polaroid cayó en sus manos y antes de darse cuenta era un fotógrafo de talento que dominaba la técnica como nadie. Empezó a dispararle a sus amigos —hoy celebridades vivas y muertas— inspirado por Rodin, uno de sus mayores ídolos, y por iconografía católica que parece estar presente de alguna manera en sus fotografías. En la imagen Patti tiene un aura de santidad.
Patti Smith consiguió el tan ansiado éxito con sus experimentos musicales. Se convirtió en «la madrina del punk». Poesía y rock and roll se daban la mano en sus primeros discos y la audiencia pareció querer entenderlo. Eran años de mucha más exploración, de mucho menos conformismo que los actuales.
Mapplethorpe quiere retratar ante todo una cosa: la belleza del cuerpo humano (y también del reino vegetal, aunque sus fotos de flores son una excepción). Muy consciente de que la fotografía es un arte, trabaja sus composiciones, cuida el uso de la luz, y en definitiva mima la técnica hasta rozar la perfección, es decir la belleza. Todo en un exquisito blanco y negro marca de la casa.
Además tanto Smith como Mapplethorpe siempre se cuestionaron los límites de género. Llevaron su vida sin tener en cuenta género o identidad sexual. Lo femenino y masculino son un mismo concepto, no códigos separados impuestos por la cultura y la sociedad.
En esta fotografía, Patti Smith ya era una estrella, como ella quería. Pero no parece estar claro si eso le gusta realmente. Quizás era más feliz viviendo con Mapplethorpe en su ruinoso apartamento.
En la imagen Patti está desnuda, bañada por la luz. Con una pose encorvada, su cuerpo dialoga con esa red de verticales, horizontales y diagonales. Una mujer que parece fuerte y frágil a la vez. Mapplethorpe parece capturar el precario estado mental
de su amiga, como un pajarito que emerge de un caparazón agrietado. [1]