Patrice
Party Size.
Hace cuarenta y cuatro años una foto de un suspensorio donde anida una polla XL se cuelga por primera vez en una galería de arte. La combinación sexo y fotografía no tiene mercado en 1977; tampoco por separado. Doble subversión, por tanto.
Mapplethorpe ha encontrado el vehículo perfecto para narrar su anhelado manifiesto artístico, el que hará de él un artista único y pionero: el universo gay sadomasoquista-fetichista-escatológico de Nueva York; del cual participará asumiendo plenamente su obsesión. Entonces, el hecho gay seguía siendo tabú, siendo el único resquicio gráfico de carne de hombre —al margen de la pornografía— las fotos de heterosexuales en contextos heterosexualizados destinadas a un público hetero en un marco de piscinas o gimnasios. Robert en cambio, presenta a orgullosos hombres gay —guillotinados o con cabeza— que implementan sus pulsiones apelando a su propio colectivo, si bien, éste es muy concreto y minoritario.
Abordar esa sexualidad de forma directa se relaciona con mis propias experiencias; era un área que no había sido explorada en el arte contemporáneo y fue esa situación la que me interesó en cuestión de hacer mi propia declaración… Confiaba en mí y sentía la obligación de documentar esas cosas [1].
El pornografismo precursor de Tom of Finland se ratifica en el del americano, quien reproduce la misma fantasía globalizada del macho desvestido de cuero con actitud supradominante. Patrice, digamos, es un moderno Baco de puño lujurioso y sodomizante con el que alcanzará el corazón de aquellos que se dejen guiar —abandonados en lo profundo y con las drogas ad hoc– entre el placer y su contrario.
La ausencia de color en esta alegoría a la brutalidad favorece su cuidada narración, resultando una imagen aséptica y fría, metálica y rotunda.
No es lo qué es, es la forma en qué se fotografía… Arte sí, pero pornográfico [2].