Mujer sentada con gato
Los gatos y Japón en Pierre Bonnard.
Pierre Bonnard pintó cientos de gatos, igual que sus ídolos Hokusai y Kuniyoshi. También pintó perros (Ubu, Ravageau, Black y Thumbelina), caballos, peces, pollos, vacas… pero sin duda los gatos eran su punto débil.
A veces aparecen protagonizando la escena, llegando a llenarlo todo, pero otras los gatos tienen un papel secundario dentro de la obra (en ocasiones cuesta verlos, pero es sorprendente la cantidad veces que aparecen felinos en sus pinturas). En este caso no sabría decir quien es más importante, si la mujer o ese felpudo negro rodeados de una decorativa vegetación.
Por supuesto, donde hay un gato, este se roba todo el protagonismo. Ese simpática mata de pelos pintada con elegancia y desparpajo es puro Bonnard. Y esa cola solo podría pertenecer a un felino, la criatura más elegante de las que pueblan el planeta. Y además, como escribió Apollinaire en 1910: «Los gatos de Bonnard se hacen la raya como los caballeros chic».
Sin duda esta pintura modernísima (¡estamos en 1891: el cadáver de Van Gogh aún estaba fresco!) es deudora del arte japonés, como es normal en el grupo de Bonnard, los nabis, los profetas de Montmartre, que buscaban representar la realidad, la de verdad, esa que no siempre (casi nunca) es como lo que se ve, sino que a menudo es como lo que se siente.
Uno de los pintores más fascinantes del postimpresionismo francés este Bonnard… y siempre fue un tipo independiente. Quizás por eso se identificaba con los gatos. Hasta le apodaban «el gato de siete vidas», por haber sobrevivido a sí mismo toda su vida.