Marthe entrando al salón
El ritmo de la cotidianeidad.
Esta pintura es parte de su último periodo artístico, cuando Pierre Bonnard se dedicaba en gran parte a ejecutar escenas del interior de su hogar, como naturalezas muertas en distintos espacios, fragmentos de la vida de Marthe y vistas desde sus ventanas.
Es una obra donde predomina la verticalidad, los largos trazos que cruzan el campo del cuadro, perdiéndose en el lado superior, se rodean —pero no atraviesan— por los elementos restantes de la escena, quedando la apertura de la puerta como parte y centralidad de la representación. Bonnard nos da una especial vista de sus espacios retratando a Marthe, la mujer que vive con él, atravesando de un cuarto a otro, nos logra dar una idea de cómo se vive ahí, de una especie de ritmo de su cotidianidad. La escena se conforma de un conjunto de elementos a medias, construye una totalidad desde lo parcial, desde lo efímero.
Es común y distintivo en la pintura de Bonnard el retratar momentos en proceso, como si el conjunto interior del cuadro fuera producto más del azar que de un arreglo a voluntad. Esto se percibe, además de en la figura en tránsito, en la porción que nos deja ver de la mesa, por el lado inferior. Un mantel desarreglado, un par de platos que no conforman un arreglo formal, confirman ese aire casual de sus composiciones. A diferencia de otros de sus contemporáneos que preparaban una obra disponiendo de sus elementos, previo a la ejecución de la pintura, Bonnard prefiere la espontaneidad de los procesos habituales de su hogar, los cuales además suele pintar desde el recuerdo más que copiando modelos.