Mujeres de Argel
Ecos de Matisse y Delacroix.
Una de las pinturas más caras de la historia del arte, vendida en 2015 por 179,4 millones de dólares a un sátrapa del golfo pérsico, que seguramente debe tener un harem parecido al de este cuadro.
Picasso lo pintó en 1955, durante su feliz «etapa final» en la la Costa Azul francesa. En la villa La Californie, situada en las colinas de Cannes, el artista empezó una serie de pinturas inspiradas en el cuadro Mujeres de Argel en su apartamento de Eugène Delacroix
Además de este ejemplo de la etapa orientalizante de Delacroix, Picasso tenía en mente a otra gran figura de la historia del arte: Matisse. La reciente muerte de su amigo y rival provocó la necesidad de rendirle un homenaje, y decidió adaptar a su estilo las típicas odaliscas voluptuosas de Matisse.
Las odaliscas, ya sabéis, eran esclavas del Imperio otomano. Asistentas de las concubinas y esposas del sultán, formaban parte de la institución del harem imperial. A numerosos artistas —sobre todo a partir del romanticismo, cuando se puso de moda «lo exótico»— estos lugares les sirvieron de inspiración.
Mitad Delacroix y mitad Matisse, este cuadro es tanto arte como historia del arte. Sabemos que Picasso era un astuto ladrón, que robaba estilos y ocultaba las pruebas disfrazándolos de suyos. Algo totalmente legítimo.
En este caso mezcla estilos —el suyo propio incluido— para dar lugar a una pintura llena de ornamentos y arabescos, y sobre todo una explosión de color.