Niño muerto
Los muertos también lloran.
Portinari nos trae aquí una vez más su tema insignia: la precariedad del agricultor. Si bien es cierto que en otras obras plasma con terrible crudeza la miseria que tiene que afrontar el sector del campo brasileño, aquí todo parece haber dado un paso más allá de la línea que no había que cruzar. Esta obra habla de la muerte, la infantil, encarnada por un niño quien en brazos de su padre perece con languidez y aspecto de alienígena.
Criança Morta nos recuerda en mucho a su obra Retirantes, pues tanto la apariencia y tratamiento de los individuos, las paletas de color como los fondos con esos característicos cielos y suelos evocan a un plano común, a un estilo común. Aquí no obstante las actitudes de los personajes han transmutado, ya no parecen increpar clemencia al espectador, ahora derrotados se sumergen entre sus pechos para llorar la muerte de un hijo/hermano. Unas lágrimas que se exageran hasta el punto de parecer perlas encadenadas las que brotan de los ojos de dichos seres. Resulta curioso que solamente se muestren dos miradas: la del difunto niño, blanca y ausente; y la del niño pequeño que aparenta estar curtido ante tal situación, parece no importarle demasiado el panorama que vive su familia ¿Estará curtido ante la muerte?
Si acaso, vemos algunos colores rosas más refrescantes albergados en los vestidos femeninos, y las sombras tienen una mayor saturación y coloración en el suelo, un hecho que podría indicar incluso la hora de la tragedia, aproximándola al ocaso y a su amalgama de ocres y anaranjados brillantes. Es realmente interesante la composición porque repasando las siluetas de los protagonistas, emerge una línea en forma de «M» que da inestabilidad a la par que armoniza, es un efecto extraño, aunque así se previó probablemente.
Una vez más son los cuerpos esqueléticos y «zombióticos» los encargados de materializar la crudeza de una realidad a la que un país tuvo (y en parte tiene) que hacer frente. Portinari supo dar voz a toda una nación a golpe de efecto artístico, y es que la verdad que con obras como ésta no era de extrañar.