Niños en el Mar, Playa de Valencia.
Los Beach Boys de Sorolla.
En pintura, es posible convertir las pinceladas en luz.
Es extraño crear luz. La luz es la esencia de la vida y también de la pintura. Paradójicamente, y ahí reside lo bello, la luz va quemando poco a poco la vida. Y si es intensa, hasta puede llegar a cegarnos. La pintura de Sorolla refleja esa vida, esa luz. Y como dijo Leonard Cohen, si la vida se está quemando bien, al menos nos queda la poesía, que viene a ser sólo la ceniza.
Sorolla se iba a las playas de Valencia a intentar captar esa luz. Y esa vida. Y por supuesto, también los reflejos esquivos de esa vida y de esa luz en el agua. Son pequeños destellos, efímeros, abstractos, vibrantes. Duran solo un instante, pero al desaparecer uno nace otro.
Uno de los temas preferidos del pintor eran el de niños desnudos que juegan y se divierten en el mar. Nada puede representar mejor la vida. Uno de estos niños, cegado por esa luz arrolladora, hace sombra en sus ojos con la mano para mirarnos. Nos está esperando, como invitándonos para que nos bañemos con ellos, para meternos en ese mar, en esa luz, en esa vida.