Noche de verano
Carpe Diem.
Winslow Homer retrata esta espectacular noche de verano junto al mar con tres planos.
En primer plano vemos a dos mujeres bailando. Quizás son amigas, quizás son amantes… es irrelevante para nosotros y para esta obra. Sólo parecen estar aprovechando una de esas noches de verano que hay que aprovechar. Con música, claro. O quizás sin ella… bailando al son de las olas contra las rocas. Sus vestidos parecen seguir la estela de su baile.
En segundo plano está la silueta de varias personas sentadas viendo la luz de la luna reflejada sobre el mar. Todo un espectáculo único e irrepetible que esta audiencia tiene la buena idea de no perderse. En este cuadro parece que está todo el mundo aprovechando el momento, sacándole todo el jugo posible. Esta masa de gente en la penumbra genera un juego de luces y sombras con el que Homer demuestra que dominaba bastante bien su oficio.
Finalmente está el paisaje. Las olas rompen abruptamente en las rocas de la orilla, sin embargo la noche no puede ser más pacífica y serena. Un mar inmenso que se pierde en el horizonte, salpicado de cientos de pequeñas pinceladas que como por arte de magia Homer transforma en reflejos de la luna.
La luna, que no vemos en la pintura, es quizás la verdadera protagonista del cuadro.