Otoño: pajares
Se acerca el invierno.
Un trabajo tardío de Jean Francois Millet, que moriría poco después.
El industrial francés Frédéric Hartmann le encargó al artista una serie de pinturas sobre las cuatro estaciones y Millet optó para el otoño por mostrar un paisaje después de acabada la siega, cuando el trabajo ha acabado y se deja a pastar a las ovejas.
Las montañas de paja son tan monumentales como las pirámides de Egipto, dejando el recuerdo de un verano abundante y la seguridad de pasar un invierno sin dificultades.
Millet retrata tras los montones de hierba seca los paisajes de la la llanura de Chailly y los tejados de Barbizon, lugar mítico en la historia del arte por formarse ahí la escuela/comuna de artistas que se interesaron en mostrar el paisaje rural y se adelantaron unos años al Impresionismo.
Nadie como este artista para captar atmósferas (ese cielo tormentoso en el que entran rayos de sol), idealizar el trabajo del campo (sus cuadros casi parecen arte religioso) y prefigurar el arte moderno.
Es por eso que la pintura de Millet tiene ese acabado suelto, abocetado, sin ocultar las pinceladas. Ni siquiera se pretende tapar el dibujo previo.
Y como toda gran obra de arte (ya sea pintura, música o cine), mejora muchísimo cuando se le ven las costuras. La honestidad, no nos cansaremos de repetirlo en HA!, es lo más importante en el arte, y Millet es quizás uno de los autores más honestos de la historia de la pintura.