Por fin, mi amor
Pintura cinematográfica.
Intriga y suspense, elegancia y refinamiento, deseo y pasión, silencio y soledad son los componentes que hacen a la marca Jack Vettriano.
El pintor escocés es uno de los más famosos y copiados de nuestro tiempo. Reconocido por la Reina Isabel II con la Orden del Imperio Británico por sus servicios a las artes, este artista cuenta con una extensa obra reproducida en carteles y postales, que le generan más de medio millón de euros anuales.
A los 20 años una amiga le regaló por su cumpleaños un set de acuarelas y un caballete, y, tal vez sin quererlo, también determinó el comienzo autodidacta de este autor en la pintura.
Sin embargo, hasta los 39 años se dedicó a copiar obras de El Greco, Dalí o distintas piezas del impresionismo. No fue hasta 1988 que comenzó a desarrollar su propio estilo: sus pinturas, arte figurativo próximo a realismo contemporáneo, se alimentan de la literatura y el cine negro del Hollywood clásico en su época dorada. Sus obras se asemejan a los encuadres cinematográficos de películas protagonizadas por Humphrey Bogart y Lauren Bacall.
La obra del artista es atrevida y romántica a la vez: vemos a amantes que desean amar o que esperan el amor. Sus lienzos están cargados de un deseo incontenible que se concreta una vez que los personajes se miran. Vettriano es un pintor de pequeñas grandes historias, de vida y emoción, como si el propósito de la vida fuera vestirse para un baile y terminar la noche con un encuentro apasionado.
En este cuadro la luz es esencial y, a su vez, es la clave para una composición equilibrada y una gran fuerza expresiva. La sombra engrandecida de la mujer en el fondo no es azarosa, demuestra un juego de poder entre los amantes, donde ella parece tener la ventaja: el semblante de él se vuelve apacible cuando ella acaricia su cara. Se ve relajado, calmo, como si su paz dependiera de ese tacto.
Vettriano nos ofrece aquí el eterno tema de las emociones, el erotismo, la compleja relación entre los seres humanos; y, con cada pincelada, capta a la perfección ese momento anterior a la acción, al encuentro o al rechazo.
No podemos evitar preguntarnos qué pasa entre ellos, y eso es justamente lo que busca el pintor escocés, según sus propias palabras: en mis pinturas quiero mostrar el momento en que todo queda por suceder.
Exactamente como en una película de suspense, el artista busca que el espectador hile la historia, estimulando e invitándolo justamente a componer sus propios escenarios y sentidos, casi tan personales como las escenas que vemos en el cuadro.
Evidentemente, si quisiéramos poner música sobre la obra de Vettriano, acudiríamos sin pensarlo a Frank Sinatra o Louis Armstrong. Y como aperitivo, antes de correr las cortinas, un whisky on the rocks.