Patio interior 48 rue de Lille, Paris
Hopper vivió en París en esos años mágicos.
Un americano en el Paris de 1906.
En su primer viaje a Europa, Hopper vivió en esta dirección (48, rue de Lille) y plasmó varios de los espacios de este edificio, incluido este evocador patio interior con ventana.
Pintor del tiempo detenido, de una luz que ilumina pero apenas calienta, Edward Hopper elimina toda figura humana (la ausencia o despersonalización de los personajes es una de las características de su estilo) pero deja la luz…
Tenía 24 años y llevaba un tiempo estudiando para trabajar de ilustrador. En París no se interesa por vanguardias ni moderneces. Sólo pinta sencillas calles, puentes, el Louvre o interiores como este, que de algún modo capta la atmósfera de la ciudad.
«La luz de París no se parecía a nada de lo que había conocido antes. Las sombras eran luminosas, luz reflejada. Incluso bajo los puentes…»
Tras varios viajes a su ciudad preferida (también al Londres de Turner o al Toledo del Greco…), Hopper vuelve a casa y comenzará a recorrer los Estados Unidos, siempre en coche, y a plasmar con su personal realismo los bares nocturnos, los moteles miserables, la soledad… En su mente quedó tatuada esa luz que descubrió en París.