Automat
La gran ciudad, llena de gente, está también llena de solitarios.
La soledad, el aislamiento en la gran ciudad. El silencio…
Una chica se toma un café sentada en un «automat», un local de hostelería típico de los años 20. No había camareros para servir: unas monedas en una máquina y el cliente retiraba su consumición.
Es el local perfecto para una de las obras del nuevo realista norteamericano Edward Hopper, con su gente solitaria, que no media palabra con nadie.
No sabemos lo que le pasa a la chica. Hopper como siempre da pequeñas pistas. Somos nosotros, espectadores, quienes tenemos que imaginarnos su historia.
La chica no se ve muy contenta. Mira a su café en actitud melancólica. Va arreglada y quizás tiene una cita (o la ha tenido, y no ha salido demasiado bien). Quizás va o viene de trabajar (estos locales eran típicos para que fueran las mujeres trabajadoras en la época). Quizás es sólo una clienta habitual del local, una autómata ella también, siempre en el mismo sitio a la misma hora.
Una hora que no queda tampoco clara… Como en su Nighthawks es de noche, y no hay señal alguna de actividad, ni dentro ni fuera del local… Todo en Hopper son incógnitas.
Aunque muy acertadamente, la revista Time usó este «Automat» como la imagen de portada para una historia sobre el estrés y la depresión en el siglo XX.