Preludio a una civilización
Surrealismo pictográfico.
El preludio de una civilización recuerda a las pinturas rupestres o a las túnicas pictográficas de los indígenas de las llanuras de Mesoamérica. Otra vez el arte primitivo sirve de inspiración para el arte de vanguardia, del que Victor Brauner era un gran exponente.
En un fondo azul y verde (no existe representación más sencilla y eficaz del cielo y la hierba), hay un animal blanco y gigantesco que está de perfil. En su interior se encuentran múltiples representaciones estilizadas de unos cuarenta animales, figuras, máscaras y símbolos abstractos. Hay una narrativa ancestral en este tipo de representaciones, como una actualización de las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia.
Brauner se pudo haber inspirado en las ilustraciones de cualquier códice mexicano, o se las pudo haber inventado, como hicieron sus colegas Paul Klee o Joan Miró.
Brauner ejecutó esta obra en encáustica, una técnica que mezcla el pigmento con cera fundida. En esa superficie endurecida, el artista metió las figuras con tinta. Brauner empezó a utilizar esta técnica en la Segunda Guerra Mundial, cuando se vio obligado a refugiarse en los Pirineos y no tenía otra forma de obtener sus materiales de trabajo habituales.
El resultado es poderoso, como lo eran las pinturas prehistóricas.