Hitler
El ex-artista, ahora führer, es retratado por Brauner.
El judío Brauner retrata al más surrealista de los dictadores, Adolf Hitler, y lo hace clavándole todo tipo de objetos en su careto, algo que recuerda bastante a “El espíritu de nuestro tiempo” de Raoul Hausmann.
Brauner fue uno de los miembros menos conocidos del movimiento surrealista, pero quizás uno de los más interesantes. Rumano de nacimiento, viajó a París en los años 20, donde se sintió como en casa. Todo allí era un paraíso para los amantes de lo subconsciente, los sueños y las ciencias ocultas.
En los violentos años 30, con la llegada de Hitler al poder, Brauner se empieza a preocupar por el destino de Europa y de su pueblo judío. Quizás por ello quiso plasmar al dictador como el monstruo herido que era.
Paralelamente, desarrolló una inquietante fijación por los ojos, en concreto por los ojos dañados, algo común en otros surrealistas (recordemos por ejemplo a Buñuel y su navaja en el ojo), y aquí lo vemos en el monstruoso führer, cuyas cuencas oculares están de lo más castigadas.
Curiosamente, años después, se produjo una pelea entre pintores y un vaso de cristal fue a caer en la cara de Brauner, destrozándole un ojo. Algo inquietante si tenemos en cuenta que había pintado ya su “Autorretrato con el ojo arrancado”.