Retrato de mujer
(Olga)
Picasso retrata a la mujer de forma clásica.
Picasso pintó a su primera mujer en infinidad de ocasiones, y lo hizo experimentando múltiples planteamientos hasta dar con el que mejor se adaptaba a su belleza: el más clásico.
Optando por un estilo clasicista deudor de Ingres, Picasso nos muestra aquí a su amor Olga Khokhlova. La había conocido cuando hizo los decorados y vestuarios del ballet de Serguéi Diaguilev y con el tiempo se enamoró de la belleza, fuerza y personalidad de la bailarina. Se casaron en 1918, cinco años antes de pintar este retrato.
Olga no era muy fan del cubismo y agradecía reconocerse en los retratos, por lo que estos cuadros le gustaban. Además, su maridito ya no era ese enano bohemio de Montmartre muerto de hambre. Ahora era un gigantesco y multimillonario artista que todo el mundo alababa.
Ya no pintaba en cubitos. Ahora era un verdadero artista neoclásico.
Picasso era reconocido, en efecto, pero cada vez estaba más aburrido. Además, eso de la monogamia y el matrimonio no lo llevaba bien. Era inevitable que la pareja se empezara a deteriorar. Peleas y celos surgieron, y con ellos, la pintura de Picasso se volvió más vanguardista, los retratos de Olga más paródicos. Picasso retomó la experimentación más radical.
La pareja acabaría separándose, pero nunca se divorciaron. Picasso no quería cederle a Olga la mitad de su fortuna.
La bailarina fallecería en 1955 dejando como epitafio una frase que repitió muchas veces en su vida «Soy Olga Koklova. Soporté al genio con cariño durante más de 12 años. Fui legalmente su primera esposa y, como a casi todas, me abandonó. Di a luz a su primer hijo, Pablo».
Para la posteridad quedan estos retratos de la época más clásica de Picasso, esa época en la que adopta un estilo figurativo naturalista en su pintura, y una vida burguesa de casado en su vida personal. El inquieto artista no duraría mucho ni en la una ni en la otra.