Retrato de su madre
Una madre, vista por un Freud.
Lucian Freud fue un artista prolífico, no paró de pintar prácticamente hasta el final de sus días y en escasas ocasiones salía de su estudio.
Su ingente obra, se compone de una gran cantidad de lienzos que lo hicieron famoso por sus desnudos y admirado por sus retratos, en los que destaca el expresionismo y la capacidad de captar la psicología de sus modelos. Fue también un pintor de carácter complejo, irreverente e indómito, la mayoría de las veces retrató solo aquellas personas que no lo dejaban indiferente.
Pintó a su circulo más cercano, familia, amigos, personajes de la cultura y de la política. De cada uno de ellos consiguió una mirada introspectiva, un gesto realista y desmitificado, desnudando el alma y la psiquis de cada uno de sus personajes poniendo de manifiesto en su obra la influencia de las teorías freudianas (Lucien era nieto de Sigmund Freud) sobre el inconsciente.
Tras la muerte en 1970 del padre de Lucian Freud, su madre Lucie, quedó devastada y se consumió en una profunda depresión que le llevó a un intento de suicidio.
Freud, aprovechó cada momento que pasaba con su madre para retratar su dolor. Ya era un retratista consumado. Los retratos de Lucie son descarnados, sin piedad y cargados de crudeza, impregnados de una tremenda profundidad psicológica. Son una crónica del dolor cotidiano de la viuda; la retrató tendida en la cama, dormida, leyendo, ausente en sus pensamientos, solamente se interesó por los momentos en que ella no parecía advertir su presencia, y así durante muchos años captó su profundo vacío y su tristeza.
Lucie, se convirtió en su modelo favorita, con muy pocas variaciones Lucian Freud, consiguió que lo espiritual y lo humano de la figura de su madre aparecieran representados. Lucien Freud consiguió como pocos darle forma y poder a la carne a través de la pintura.