Salero de Francisco I de Francia
Es un salero, sí, pero qué salero...
«Había representado al Mar y a la Tierra sentados y entrecruzando las piernas, tal como ciertos brazos de mar entran en la tierra, y la tierra en el mar». [1]
Reconocido de forma unánime como el salero más caro del mundo, fue encargado originalmente por el cardenal de Ferrara, en lo que el rey Francisco I de Francia, al ver la idea de semejante capricho, apostilló un sonoro «pour moi» o (como se prefiera) «para mí».
Para entender el «cómo» de este salero de oro es importante saber muy por encima qué es el Manierismo y conocer algo de Cellini.
El Manierismo se entiende como un coqueteo entre el Renacimiento y el Barroco. En él los ideales clásicos siguen siendo deseables, pero con algo más: estilo propio. Si los cuerpos antes estaban mazados ahora lo estarán todavía más y en posiciones imposibles, todo imbuido de movimiento y efectismo. En resumen: agárrate, que vienen curvas.
Por otro lado, Benvenuto Cellini, además de discípulo de Miguel Ángel, escultor y orfebre, era todo un personaje. En el Saco de Roma (1527), con solo 27 años mató de un trabucazo al contestable Carlos de Borbón, o eso afirmaba él. Entre otras cosas padeció molestias oculares, contrajo sífilis y comenzó a iniciarse en las prácticas de la nigromancia en el abandonado Coliseo.
[2] Tenía fama de rarito.
El salero, como se ha dicho, está hecho de oro, esmalte, marfil y ébano. En él, la diosa Tellus y Júpiter, ambos en bulto redondo, están situados frente a frente. Tellus es la personificación de la Tierra y parece estar de cruising con Júpiter, que simboliza el Mar. Tellus sostiene en su mano el cuerno de la abundancia, mientras que Júpiter sujeta su tridente, rodeado de caballos marinos o hipocampos.
El pequeño templo a la derecha de Tellus está diseñado para guardar la pimienta y el barco en el lado de Júpiter contendría la sal. En la base, a modo de friso corrido, están representados el Día, la Noche, el Atardecer y el Amanecer, además de los Cuatro Vientos cardinales.
Se desconoce si el salero fue utilizado funcionalmente como tal, aunque poco parece importar a los ladrones el verdadero propósito de la pieza. De hecho, fue robada en 2003 del Kunsthistorisches Museum para aparecer 3 años más tarde enterrada dentro de un baúl en mitad del bosque. Muy en la línea de don Benvenuto.