La fábula
El Greco no veía mal... ¡Veía el futuro!
Las teorías sobre porqué El Greco pintaba de ese modo son de lo más variadas: ingesta de hongos alucinógenos, astigmatismo, demencia, éxtasis místico…
¡Tonterías…! Nunca os fiéis de los psico-historiadores del arte y menos aún de sector de los oftalmólogos.
El problema no está en El Greco, sino en quien se resiste a reconocer su grandeza. El artista fue en realidad un creador libre que se arriesgó conscientemente a ser él mismo, y tuvo la suerte de triunfar en su época y tres siglos después con el romanticismo… A nadie pareció gustarle en los siglos intermedios, aunque cierto es que gustos y exigencias al artista le importaban muy poco.
Se le acusó de todo: incluso de protocubista y pre-expresionista… Artistas como Goya o Pollock lo idolatraron y El Greco comparte con ellos esa búsqueda obsesiva originalidad, rozando la extravagancia y demostrando a veces muy poco respeto por las reglas.
No toda su pintura era una alucinación mística. A veces pintaba escenas terrenales, aunque igual de delirantes.
Aquí, un joven sopla un tizón para poder encender una vela que sujeta en la mano. A su derecha, un mono encadenado que imita su gesto. A su izquierda, un hombre con una extraña sonrisa.
Se lleva especulando sobre significados, simbología y demás misterios que oculta este cuadro. El título puede ser una buena pista.
Si alguien tiene alguna idea lo que significa todo esto, estaremos encantados de escucharlo.
Sea como sea, es asombroso que en 1580 se pintara con pinceladas tan sueltas y vibrantes. Pintores así son los nos hacen creer en viajes en el tiempo.