San Jerónimo en su gabinete
El mejor grabado de Durero.
Junto a la Melancolía y El Caballero, la Muerte y el Diablo, este es uno de los grabados maestros de Durero, realizados mediante el buril y sobre una plancha de metal, no como la mayoría de sus estampas, a partir de xilografías (grabadas sobre madera).
Por técnica y calidad, la han considerado la mejor de todas, el artista se supera al crear un espacio y composición de un realismo magnífico, generando una gran sensación de perspectiva.
Es toda una novedad el tratamiento del protagonista, San Jerónimo. No aparece en el centro de la composición, tampoco en un tamaño excesivamente grande. Durero lo sitúa al fondo, sobre su escritorio, totalmente concentrado en la transcripción de la Biblia al latín, la Vulgata.
En el alféizar de la ventana, encontramos un cráneo, habitual elemento iconográfico que nos sugiere el memento mori, debemos recordar que la vida es finita, la muerte acecha y nadie se salva de sus garras. Aunque, por otro lado, la calavera está colocada de manera intencionada para que quede situada en línea con el pequeño crucifijo que el santo tiene sobre la mesa. Puede ser también un recuerdo de la Resurrección, el sacrificio de Cristo y la esperanza por la vida eterna. Es precisamente la ventana que se erige en esa pared lo más destacado de toda la composición del grabado. Por la vidriera, compuesta a base de círculos, entra una gran cantidad de luz, y el efecto que provoca es su proyección idéntica en la pared. Durero se recrea en este detalle, perfeccionando luz, sombras y perspectiva.
En primer plano, hay dos animales recostados en el suelo, que parecen dormitar cómodamente. El primero y más grande es un curioso león, asociado a San Jerónimo, al que quitó una espina de su pata y desde entonces permaneció con el santo, volviéndose un animal manso. El segundo, considerablemente más pequeño, es un perro, un cachorro. Este animal siempre suele simbolizar la fidelidad.
Cada uno de los tres grabados maestros de Durero tienen un profundo significado y buscan que el espectador comprenda cada una de las esferas de la humanidad. En este caso, expresaría la vida contemplativa, simbolizando la teología. San Jerónimo es el ejemplo perfecto de una vida dedicada a la meditación, contemplación y estudio.