Seis almohadas
Estudio de algo tan sencillo y complicado a la vez como una almohada.
En 1493 Durero hizo estos seis estudios de almohadas, que sorprenden por su precisión caligráfica y sobre todo la expresividad de la línea del artista.
Durero realizó esta serie de bocetos para practicar un poco algo tan difícil y a la vez tan sencillo como dibujar objetos cotidianos como estes. Sobre todo por la exploración de los efectos de la luz sobre los pliegues que es en realidad lo que compone el objeto.
Cada una de estas seis almohadas presenta diferentes formas y texturas. Algunas están retorcidas, otras arrugadas…, pero todas profundamente contorneadas y definidas, y da la impresión de que Durero se pasó mucho tiempo mirándolas e intentando comprenderlas.
Esa es al fin y al cabo una de las funciones de un artista: mirar y comprender.
Con tinta y plumilla, el artista se dispuso a la configuración del dibujo y salió más que airoso. En realidad este dibujo es la parte de atrás del papel. Por el lado principal podemos ver otra almohada, el estudio de una mano y un magnífico autorretrato de Durero con la edad de 22 años.
Debemos suponer que el artista usó un espejo para dibujarse a sí mismo, creando de pasó uno de los primeros autorretratos independientes de la pintura occidental. Una de las cosas que caracterizan a este autorretrato (probablemente un estudio preparatorio para su famoso autorretrato del Louvre) es su franqueza deslumbrante, rasgo muy inusual en 1493.