Sátira del suicidio romántico
Alenza satiriza la ola de suicidios entre la juventud romántica del XIX.
Durante el Romanticismo se desarrolló una peculiar moda: los jóvenes se empezaron a suicidar en masa para emular a sus ídolos literarios, como en la obra Las penas del joven Werther de Goethe.
El fenómeno llegó al extremo de pandemia en toda Europa y se le conoció como el mal de Werther de o el efecto Werther. Por motivos de salud pública, la novela incluso fue prohibida en países como Italia, Alemania y Dinamarca.
El romanticismo no solo fue un movimiento artístico y literario: fue también una actitud ante la vida que defendía ante todo el derecho a la libertad individual. ¿Y hay una expresión más pura de libertad individual que el suicidio…?
Pero por supuesto, cuando la cosa se convierte en moda, esta libertad del individuo es algo más que cuestionable y el supuesto romanticismo del acto se torna en algo patético y ridículo.
«Sátira del suicidio romántico» es una de las dos obras que creó sobre el tema el pintor romántico español Leonardo Alenza (1.807–1.845), para hacer ver lo ridículo de la nueva moda.
El artista se mofa de la «afición» de la juventud mostrando a un escritor fracasado que decide acabar con su vida tirándose por un barranco (y por si acaso clavándose un puñal por si falla la caída).
El escritor es un tipo muy delgado (estar enfermo era otro símbolo de elegancia en el XIX. Incluso muchos jóvenes decidieron contraer voluntariamente la tuberculosis…), y su final va a ser tan estúpido como el de los otros dos suicidas a lo lejos, (un ahorcado y otro con un disparo en la cabeza).
A los pies del melenudo protagonista, Alenza añade varios elementos simbólicos: papeles, libros y un tintero (literatura), una espada, una calavera y la cruz (muerte), la corona de laurel marchita (la gloria que nunca llegó)…
Pobre hombre… Pretendía acabar su vida con una romántica dignidad como el el joven Werther, y solo consigue hacer el ridículo.