Tabla conmemorativa
«Soy lo que serás, lo que eres, he sido; reza por mí, te lo ruego»
Anónimo
1500¿Qué carajo estamos viendo aquí? Una tumba abierta, un cadáver putrefacto, gente rezando a su alrededor, un tío con un corazón en la mano, un jardín con gente pululando, aves, un león…
El artista, anónimo, pinta una obra surrealista en pleno Renacimiento. Busca evidentemente una perspectiva lineal (y eso que al parecer no hay punto de fuga) y eso le da a la pintura aún un mayor tinte onírico.
Hay una inscripción en la losa de piedra: Requiescant en ritmo (Que descansen en paz, así en plural) y otra bajo la tumba: Si quis eris qui transieris hoc respice plora // Sum quod eris quod es ipse fui pro me precor ora (Quienquiera que pase, mire y lamente. Soy lo que serás, lo que eres, he sido; reza por mí, te lo ruego).
Estamos, evidentemente ante un memento mori, recordándonos que vamos a doblar la servilleta en cualquier momento, pero la escena se expande más allá de la estampa funeraria. Tras esa tumba con santos rezando (San Jerónimo vestido de cardenal con un león, San Agustín sosteniendo un corazón y cuatro monjes de la orden agustina) hay un jardín en el que pasan cosas:
En un banco vemos a la Virgen embarazada con santa Isabel, la madre de Juan Bautista. Es una representación de la Visitación, por lo que del anuncio de la muerte en primer plano pasamos al anuncio de la vida en segundo.
Y detrás de la Visitación hay un jardín lleno de vida: tres ángeles músicos tocan una pieza. Vuelve a aparecer la Virgen (sentada bajo un árbol), y el Niño Jesús juega con su caballo de juguete. Dos mujeres pasean cerca de la puerta de la derecha junto a unos pavos reales (tradicionalmente, símbolo de la inmortalidad del alma).
Vida y muerte se dan la mano en esta genial y enigmática tabla conmemorativa.