David Hockney
Reino Unido, 1939
Considerado uno de los artistas británicos más influyentes del siglo XX, David Hockney es uno de los pintores vivos más importantes del mundo. California, donde reside, fue una de sus muchas inspiraciones: sus piscinas, sus mansiones, su sol, los cuerpos bronceándose… Aunque siempre rechazó ser considerado un artista Pop, eso es exactamente lo que era: un artista que plasma su realidad contemporánea, aparentemente frívola y superficial, pero cargada de sutiles matices.
Su obra se inspiró en Dubuffet y Picasso, y por supuesto conoció a Andy Warhol en los 60. A diferencia de este que siempre se agachó en su armario, Hockney fue uno de los primeros artistas abiertamente homosexuales, y decidió trasladarse a una sociedad más desinhibida que la inglesa, encontrándola en California, una tierra prometida de la que había leído en revistas y anuncios (de nuevo, ahí está la influencia pop).
Son características sus superficies planas, anónimas, brillantes, pintadas con el acrílico (otra vez, un cliché pop) y la influencia de la fotografía que también utilizaría, no sólo como para su proceso pictórico sino también en collages.
Siempre deja patente su punto de vista, haciendo converger las líneas de perspectiva explícitamente para que se vea quién es el artista, el observador.
Hoy está interesado en las nuevas tecnologías, realizando arte con su teléfono móvil.
Fumador empedernido y juerguista, frecuentó la beautiful people, de la que también bebió, y son legendarias sus amistades con otros agudos artistas como Billy Wilder o Henri Cartier-Bresson.
Como curiosidad, Hockney nació con sinestesia por lo que asegura ver colores en respuesta a estímulos musicales. Sin duda eso tuvo que influir en su colorida pintura.