Dora Maar
Francia, 1907–1997
Dora Maar. Si este nombre no te suena es que tienes ante ti una prueba irrefutable de cómo la historia del arte y quienes la han escrito y divulgado han dejado en el olvido a una de las fotógrafas más importantes de los años 30 y de las vanguardias francesas del siglo XX. Si este nombre si te suena te pregunto: ¿la conoces por su importante obra fotográfica o por ser la pareja de Pablo Picasso?
Dora Maar fue ante todo, y así es como la historia debería recordarla, una fotógrafa de éxito y de obra muy reconocida en su tiempo. Nacida en París, y de origen francés y croata, Henriette Theodora Markovitch vivió en Argentina durante su infancia para luego regresar con su familia a Francia, allí empezó su formación en la disciplina de la pintura que no tardaría en abandonar para formarse en la fotografía.
En la década de los 30 Dora Maar demuestra su talento por la foto y su obra es tan reconocida que abre un estudio con Pierre Kéfer donde revelan y reciben encargos de todo tipo (fotografía de moda, comercial, retrato, documental, etc.). Dora Maar se convierte en la fotógrafa del momento realizando retratos de moda que llenaron las portadas de las revistas más populares. Al inicio de su obra fotográfica realiza fotografía urbana, publicitaria y de moda. Más adelante coincidirá con artistas del movimiento surrealista e iniciará un período de fotografía experimental jugando con las dobles exposiciones, compartiendo conocimientos con Man Ray y posando para sus fotos. Es entonces cuando empieza a posicionarse políticamente aunque no llegó a afiliarse a ningún partido. El 1936 conocerá a Pablo Picasso con quién mantuvo una relación que con los años abocaría a Dora Maar a la oscuridad y el olvido… aun habiendo sido la joven promesa del momento.
Durante la relación con el pintor, Dora Maar es una fuente de inspiración para el cubista que llega a realizar 500 retratos de la fotógrafa en distintas técnicas. Durante los primeros años de la relación de los dos artistas, Picasso habla sobre pintura y política con el mismo discurso de Dora Maar, de modo que hay una gran influencia del pensamiento de la fotógrafa en el pintor. Es durante su relación que Dora aparca la fotografía y retoma la pintura, coincidiendo con la segunda guerra mundial en Europa.
Durante su vida, Maar tuvo problemas de nervios y sufrió algún que otro episodio, pero durante este periodo de guerra su salud mental se vio más afectada por el sufrimiento y preocupación por su familia. Su pareja, no solo parecía divertirse con sus episodios nerviosos, sino que los usa para manipular la imagen de Maar en su pintura y en sus amistades. Fue hospitalizada en una clínica mental donde le practicaron electrochoques como terapia. Todo el círculo de amigos de la pareja la dejó de lado y la olvidaron, solo hay una persona, Paul Éluard, quién exige responsabilidades a Picasso, y saca a Dora de esa espantosa clínica.
Los últimos años de esta fotógrafa olvidada los pasa en su casa, con un círculo reducido de amistades. Se vuelve muy devota y su creación artística se centra en la pintura de los paisajes que tiene a su alrededor. En los años 40 y 50 la escena artística es más complicada que en tiempos anteriores debido a la situación política en Europa, pero Dora Maar sigue exponiendo con sus nuevas creaciones. Durante la inauguración de una de estas exposiciones, Pablo Picasso decide presentarse con su nueva pareja Françoise Gilot.
En sus últimas creaciones Dora Maar interviene negativos antiguos con pintura. Estas fotografías no se descubrieron hasta después de su muerte el 16 de julio de 1997. A su funeral acudieron cinco personas. En su época, Dora Maar tuvo más éxito y reconocimiento que Henri Cartier-Bresson, y la misma fama que Man Ray; pero murió sola y olvidada.