Sin título [Mano-concha]
Eclipse femenino.
En su etapa más experimental, Maar corta, pega, recompone y combina negativos e imágenes antiguas en mercadillos para realizar sus imágenes de orden alucinatorio, como decía Breton. La fotografía, es sabido, puede ser manipulada para reorganizar o desorganizar la realidad, y eso es algo que se sabe desde el inicio mismo de este artilugio. No es algo de ahora con las IAs.
Pues usando el fotomontaje (para los surrealistas, un medio de sublimación de lo real), la fotógrafa Dora Maar crea este extraño híbrido entre molusco y mujer que descansa en la arena bajo un cielo amenazante que eclipsa la luz del sol.
Una mano femenina sale de su caparazón, quizás para crear algo. Quizás harta de estar escondida, se atreve a acariciar un poco la arena. Una interpretación tan válida como cualquier otra, más si tenemos en cuenta que Dora Maar a menudo se vio eclipsada por sus colegas surrealistas, como su colega y colaborador habitual Man Ray, aunque cierto es que la fotógrafa tuvo bastante éxito y fama. Aún así es curioso que la feminidad sea tan importante en el surrealismo, pero las mujeres asociadas al movimiento sean tan marginales.
Dos años después de la creación de este fotomontaje, Maar conoce a Picasso, y este la pinta más de 500 veces, aunque años después Maar declararía que todos sus retratos de mí son mentiras. Todos son Picasso, ninguno es Dora Maar.
La fotógrafa siguió siendo eclipsada y moriría sola y olvidada en su caparazón.