Le Corbusier
Francia, 1887–1965
Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido por todo el mundo como Le Corbusier, fue uno de los arquitectos estrella del siglo XX. Un teórico, un urbanista, un soñador que llevó a cabo proyectos casi utópicos sin los que la modernidad no se entendería como tal.
Pero además de diseñar edificios, Le Corbusier también pintaba (y dibujaba, y hacía collages), sobre todo los últimos 30 años de su vida. Una pintura que bebe claramente del Cubismo y el Orfismo, pero también del Fauvismo, ya que Le Corbusier experimentaba cromáticamente. Al parecer le gustaba más el color en el lienzo que en una casa.
Le Corbusier utilizaba la pintura como espacio donde desarrollar su creatividad, ya sea para acabar siendo edificios u otras cosas. La pintura era como su laboratorio de experimentos, donde era libre de utilizar distintas técnicas, formas y colores, distintos estilos (o varios estilos mezclados).
Nacido en Suiza, se hizo arquitecto, pero a los 29 años se fue a París, se hizo llamar Le Corbusier (su abuelo se apellidaba Lecorbésier, y Charles le metió el chiste para que sonara a «cuervo») y empezó a experimentar en arquitectura usando hormigón armado e intentando crear un modelo de vivienda utópica (La machine à habiter: la máquina para habitar). Fue creador del célebre Modulor.
Como persona, bueno… digamos que pese a sus ideas utópicas de paz y libertad y tal, Le Corbusier era un poco racista y antisemita. Tonteó con el fascismo, con el régimen de Vichy, aunque al final de su vida dejó de decir sandeces sobre política y se dedicó entre otras cosas a pintar.