La pescadora de ostras
Laboratorio de experimentos.
Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido por todo el mundo como Le Corbusier, fue uno de los arquitectos estrella del siglo XX. Un teórico, un urbanista, un soñador que llevó a cabo proyectos casi utópicos sin los que la modernidad no se entendería como tal.
Pero además de diseñar edificios, Le Corbusier también pintaba (y dibujaba, y hacía collages), sobre todo los últimos 30 años de su vida. Una pintura que bebe claramente del Cubismo y el Orfismo, pero también del Fauvismo, ya que Le Corbusier experimentaba cromáticamente. Al parecer le gustaba más el color en el lienzo que en una casa.
Le Corbusier utiliza la pintura como espacio donde desarrollar su creatividad, ya sea para acabar siendo cabañas, edificios, ciudades u otras cosas. La pintura era como su laboratorio de experimentos, donde era libre de utilizar distintas técnicas, formas y colores, distintos estilos (o varios estilos mezclados).
En este caso decide mostrar, casi como excusa, a una pescadora de ostras ejerciendo su trabajo. No es la primera vez que Le Corbusier usa este motivo: al tío le encantaba el mar y comerse unas buenas ostras, moluscos que aparecen a menudo en sus pinturas, probablemente simbolizando los placeres de la orilla del mar.
Aquí no vemos mucho mar y —sinceramente— tampoco demasiada ostra, aunque sí una pintura cubista bastante interesante si conocemos al personaje.
Por cierto, recordemos que su amigo Salvador Dalí dijo que Le Corbusier hizo «los edificios más feos e inaceptables del mundo» y agregó que la «muerte de Corbusier me llenó de una inmensa alegría». Un buen amigo.