Maurice Vlaminck
Francia, 1876–1958
Maurice de Vlaminck fue uno de esos fieros fauvistas que revolucionaron el arte de principios del siglo XX.
Al principio Vlaminck no tenía intención de dedicarse a la pintura. Quería ser ciclista profesional, pero el dinero era necesario por lo que que se vio obligado a dar clases de violín o escribr novelas eróticas para ganarse la vida.
Como sucedió con otros muchos artistas, fue una enfermedad la que hizo que el arte se cruzara en su camino. Unas fiebres tifoideas hacen que Vlaminck abandone el ciclismo, y tras entrar en el ejército y conocer a su colega André Derain, se convence de que quizá su futuro esté en la pintura.
Junto a este crean un estudio conjunto y Vlaminck va entendiendo el oficio (al que ya había aportado con anterioridad obras de carácter autodidacta y ajenas por completo al academicismo), hasta acercarse a la obra de Van Gogh que le influirá sobre todo en su colorido.
En 1905, junto al jefe Matisse, se presenta en el Salón de Otoño de París donde recibirán el famoso nombre de Los Salvajes (Les Fauves). A partir de ahí su carrera empieza a ser valorada. Llega a trabajar por 6.000 francos por encargo.