André Derain
Francia, 1880–1954
André Derain, quizás el más radical de los fauvistas. En cierto sentido, y pese a la personalidad arrolladora de Matisse, fue el alma de esas «fieras salvajes» que usaban la «forma a través del color». Pero ante todo era un artista libre, por lo que tocó muchas más corrientes pictóricas, incluida las «tradicionales». También fue escultor, ilustrador y escenógrafo.
Hijo de un pastelero, Derain abandonó la ingeniería por la pintura. Comienza a pintar a los 15 años y un buen día conoce a Matisse en el Louvre. Junto a él creó una de las primeras vanguardias pictóricas: el fauvismo. Sus paisajes tenía colores todavía más radicales que los de sus compañeros y rápidamente se convierte en uno de los artistas de vanguardia del París previo a la Gran Guerra.
Tras luchar en la contienda, en los años 20 abandona sin embargo las vanguardias y se decanta por un tiempo por la pintura tradicional, acarreando virulentas críticas. Pero el temperamental Derain iba a se siempre lo que le saliera de los cojones, tanto en su arte como en su vida, en la que no faltaron aventuras extra-matrimoniales.
Paradójicamente, los nazis admiraban su obra (Ribbentrop hasta le pide que pinte a su familia) y tras la guerra esto perjudicará para siempre su imagen. Fue incluso acusado de colaboracionismo.
Familiarmente también su situación fue a peor: el pintor tuvo dos hijos con modelos, y su mujer acabó divorciándose en medio de agrias disputas legales. Murió al ser atropellado por un camión a los 74 años.
La pintura de Derain fue muy alabada. Llegó a ser un pintor de gran éxito, admirado por Picasso o Matisse. Además poseía gran inteligencia y cultura. En su obra Derain manejó todo tipo de géneros como el histórico, el bodegón y el retrato, aunque debemos destacar sus asombrosos paisajes de composiciones y cromatismos inimaginables para la época.