Odd Nerdrum
Noruega, 1944
Rara Avis en el amplio sentido de la expresión, el pintor noruego Odd Nerdrum nació en Suecia cuando sus padres decidieron abandonar la Noruega ocupada por los nazis.
Estudió en la famosa Kunstakademie Düsseldorf, junto al artista conceptual Joseph Beuys, pero parece ser que ya entonces el joven Nerdrum siente una alienación total con respecto a la época que le ha tocado vivir.
Muy comentada en los medios y en redes sociales, su figura se encuentra teñida bajo un velo de oscuridad y extrañeza, rayando el sensacionalismo, aunque sus ideales y aspiraciones pueden considerarse ajenos a todo ello. Pese a ello, vende caro y presuntamente ha evadido algún que otro impuesto.
Y es que Odd Nerdrum vive en una enorme granja de Noruega, donde instruye a aprendices de todo el mundo para que imiten su técnica, a quienes utiliza como modelos para sus propias pinturas. Además Nerdrum no duda en exponer su obra conjuntamente al lado de la de sus pupilos.
Por otra parte, esta sensación de no pertenencia a su tiempo es la que le lleva a denunciar cómo el devenir de estos tres últimos siglos ha producido, hablando en plata, que el Arte se haya convertido en una mierda.
Nerdrum, como seguidor de la Escuela de Aristóteles, aboga por el arte figurativo, la tradición de ciertos temas, la persistencia frente a la innovación y establecer el fin del arte como recipiente de las verdades universales de la humanidad.
Todo ello no solo le ha llevado a posicionarse como «artesano» frente al ideal de «artista», sino que tiende a auto-definirse como kitsch: calificativo que se utiliza para hablar de algo poco comprometido con, lo que algunos llaman, el verdadero arte de la cultura genuina. Por otro lado, no oculta su pretensión de calificar su obra como «atemporal».
En su pintura abunda el tema del retrato, el bodegón y la mitología, como no podría ser de otro modo. Su modelo a seguir es Rembrandt, a quien imita constantemente al retratarse a sí mismo de forma masturbatoria en multitud de apariencias y situaciones. Suele recurrir a escenas apocalípticas y escatológicas, desolaciones en las que los personajes parecen reflexionar y trascender, incluyendo a veces a seres andróginos o con atributos que pertenecen a ambos sexos.