Artemisia Gentileschi
Italia, 1593–1656
Artemisia Gentileschi, una de las más artistas italianas más importantes del siglo XVII… Y también una de las más desconocidas. Suponemos que el hecho de ser mujer no jugó a su favor, pese a ser claramente superior a muchos de sus compañeros.
Evidentemente caravaggista, su estilo barroco tomó el dramatismo de su ídolo en ambiciosos cuadros históricos y religiosos (géneros inadecuados para el espíritu femenino en esa época de claroscuros).
Gentileschi nació en Roma. Su padre Orazio también era artista, así que creció en una familia rodeada de pintores y escultores en los últimos coletazos del Renacimiento, en la mejor ciudad posible para el arte. A los 16 años decidió hacerse aprendiz de su padre, pese a que era impensable que una mujer ejerciera tal oficio. Orazio, orgulloso, y sabedor que la chica era ya mejor que él y el resto de pintores de Roma, accedió a darle nociones académicas.
Así que Gentileschi vivió una juventud feliz y plena. Todo perfecto hasta un día en el que con 19 años fue violada por un violador en serie, que se suponía iba a ser su maestro.
Sentí un fuerte ardor que dolió mucho pero no pude gritar porque él me tapó la boca con las manos… Le rasguñé la cara, le jalé el cabello y, antes de que me volviera a penetrar, agarré su pene con tanta fuerza que le arranqué un pedazo de piel.
Por si esto fuera poco, la chica fue torturada en el juicio (entre otras cosas sufrió un humillante examen ginecológico), para ver si decía la verdad o estaba mintiendo. El criminal fue condenado a un año de cárcel.
Desde entonces su obra cambió radicalmente. Más oscura y violenta, su pintura pareció centrarse en fantasías de venganza contra su violador.
Tragedias aparte, la artista es hoy considerada no sólo una de las más notables artistas del barroco italiano, sino una adelantada al feminismo. Supo pintar y representar la pintura simbólicamente, logrando un esfuerzo extraordinario de identidad en una época que ser mujer en el mundo del arte era una limitación: personajes bíblicos como Judith o Susana poblaron sus cuadros como símbolos de lucha ante el patriarcado.