Lucrecia
Otra mujer fuerte de Gentileschi.
El magnetismo de las obras de Artemisia Gentileschi parece ir más allá de su innegable talento. Y es que esta artista no necesita presentaciones. Fue una de las mejores pintoras del Barroco italiano y vivió en sus carnes el horror de una violación y la posterior humillación y difamación de la gente. Pero fue mucho más que eso.
Artemisia poseía una gran habilidad para que sus cuadros trascendieran el óleo sin apenas esfuerzo. En esta obra rescata la historia de Lucrecia, narrada por Tito Livio. Lucrecia era una mujer virtuosa y bella de la que se enamoró Sexto Tarquino (hijo del rey romano Lucio Tarquino El Soberbio). Con el fin de saciar su deseo, entró en su habitación para abusar de ella. Pero Lucrecia se opuso: prefería morir antes que perder su honor. Sexto Tarquino la amenazó con matarla y colocar a su lado el cadáver de uno de sus criados para acusarla de adulterio. De esta forma, se salió con la suya vilmente. Al día siguiente, Lucrecia se reunió con su padre y esposo para contarles lo sucedido y luego se clavó un puñal. Este hecho fue esencial para la Historia de Roma porque las revueltas que causó derribaron la monarquía e instauraron la República.
Artemisia representa los instantes previos a su suicidio. Lucrecia se aprieta el pecho con una mano, mientras que con la otra agarra con fuerza el puñal. Su gesto muestra cólera, pero también determinación. Resulta sorprendente su actitud heroica ante un fin tan trágico. Todo ello se acentúa con los contrastes de luces y sombras heredados de Caravaggio y el dramatismo de la obra.
No sabemos realmente cuál era el propósito de Artemisia al pintar este cuadro. ¿Dar una nueva visión sobre el mito de Lucrecia? ¿Pintar con dignidad a una mujer indigna a ojos de la sociedad? Lo que sí nos queda claro es que engrandece a las mujeres de sus cuadros. Les otorga una fuerza y valentía que les hace parecer invencibles.