Judit y su doncella
La victoria es nuestra.
Tras haber realizado unos años antes Judit decapitando a Holofernes, ahora nos presenta el mismo relato aunque en un momento del suceso diferente. En esta pieza, Gentileschi muestra el instante en el que Judit ya le ha cortado la cabeza a Holofernes y junto con su doncella, se disponen a salir de la tienda del general asirio. Un episodio que podríamos encasillar en las obras dedicadas a heroínas bíblicas, como Judit o Esther.
Artemisia nos muestra una pintura bastante estrecha, hay dos mujeres en primer plano y en segundo plano, la cabeza de Holofernes portada por una de estas. Esto se podría entender como una crítica que hace Gentileschi a la notable presencia masculina que hemos visto en obras de periodos anteriores, tomando aquí a Judit y la doncella —ejemplificando a todas las mujeres— como las protagonistas de la obra.
La escena está claramente marcada por un caravaggismo muy intenso, cuya única luz procede del lado izquierdo. Por un lado, la doncella porta la cabeza en un cesto con algunos trapos, lo cual además de la reciente decapitación, podría significar que nadie es tan importante como para creer tener autoridad sobre otra persona, en este caso, sobre todo un pueblo. Por otro lado, Judit —autorretratándose Artemisia a sí misma— se presenta con la espada al hombro, potente, fuerte, orgullosa de lo que ha hecho y con un rostro soberbio; con la otra mano, reposada en el hombro de la doncella, parece apresurarla a marcharse, tras haber sido detenidas por lo que podían ser los generales asirios.
Cabe destacar el nivel de detallismo que emplea en la representación de su vestuario, en la espada o en el pelo, en contraste a como se presenta vestida la doncella. Esto podría leerse como una crítica a lo que vivió Artemisa —y muchas mujeres—, lo que viene a decir que no importa quién seas ni como vistas, todas tienen los mismos derechos y nadie tiene autoridad para pisotearlos.
Por tanto, estamos ante una de las obras más importantes de su producción y del caravaggismo violento. A la par nos enseña que Artemisia no debe ser únicamente recordada por lo que vivió, sino por la gran pintora y caravaggista que fue, siendo un ejemplo para todas. No obstante, su historia debe servirnos de ejemplo para seguir luchando por una sociedad más justa.