Frans Hals
Países Bajos, 1582–1666
El mejor retratista del Barroco Holandés…? Probablemente. Incluso Rembrandt tendría que admitirlo. Maestro de la pintura «alla prima», (sin correcciones), plasmó con increíble maestría lapsicología del retratado y no dudó en experimentar pictóricamente, anunciando incluso el impresionismo. Sus pinturas no están «acabadas», sino que usaba manchas, gotas y áreas de color que simulaban los detalles.
Frans Hals nació en Amberes y su vida está plagada de incógnitas, pero las leyendas urbanas hablan de una vida libertina y un amor apasionado por el alcohol, pese al puritanismo protestante de la época, estimulado por la división de Flandes que pasó a ser propiedad de la muy católica corona española. También eran legendarias sus deudas, que a menudo pagaba con retratos, pero llegó a ser tal su inestabilidad financiera que acabaría cobrando una pensión de la beneficencia. Existen documentos de procesos judiciales iniciados por facturas sin pagar de su panadero, zapatero y casero.
Era sin duda un hombre de taberna y aunque hubo tiempos en que la alta sociedad holandesa se interesó por sus retratos, quiso pintar con la misma dignidad y buen hacer a bufones, prostitutas, borrachos y demás gente que lo consideraban «uno de los suyos». En eso, hay que enlazarlo con contemporáneos suyos como el otro gran moderno del barroco europeo, Diego Velazquez, tan interesado en lo culto como en lo popular.